Los tratamientos oncológicos, en la mayoría de los casos, generan efectos secundarios que es importante conocer. Es difícil generalizar a este respecto, ya que es un aspecto que depende mucho del tipo de tratamiento que reciba cada paciente, y aún siendo el mismo, no siempre se presentan los mismos efectos o con la misma intensidad.

Es por ello que lo más importante es atender a la información que ofrecen los profesionales de referencia sobre los efectos más probables de cada tratamiento, para seguir las indicaciones y las pautas farmacológicas de forma precisa.

Sin embargo, sí es cierto que existen ciertos efectos que son más generalizados y sobre los que se pueden dar una serie de recomendaciones a tener en cuenta. Todo ello siempre recordando que la aparición o no de los efectos secundarios no tiene relación con la eficacia del tratamiento, por lo que no debe existir preocupación a este respecto.

Bajo estas premisas, Raquel Asunción Díaz Alonso, enfermera de Infocáncer, ha compartido en el taller online gratuito ‘Cuidados para los efectos secundarios de los tratamientos’, algunos consejos útiles.

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Superar el cansancio

Uno de los efectos secundarios más comunes es una sensación de agotamiento físico, emocional y/o mental, que se presenta de forma intensa y persistente, y que no se alivia con el descanso.  Ante estos casos, lo primero que hay que intentar mejorar es nuestra nutrición. A través de una dieta equilibrada que asegure todos los nutrientes en la cantidad adecuada, pero también con la suficiente hidratación. Esta recomendación nunca debe confundirse con la toma de suplementos (vitaminas, minerales, proteínas, probióticos, etc.), que pueden interferir con el tratamiento oncológico y con otros fármacos, por lo que siempre habrá que consultar previamente con el especialista.

Otra pauta es programar las tareas que nos supongan más esfuerzo para los momentos del día en los que sintamos mayor energía, sin intentar forzarse demasiado para no frustrarnos. Hay que aprender a escuchar nuestro cuerpo y trabajar en base a sus límites. Por eso no debemos empeñarnos en tareas que nos agotan, y debemos aprender a recurrir a estrategias como hacer sentados cosas que antes hacíamos de pie (como peinarse, o hacer la comida).

Igualmente, es mejor no exponerse a altas temperaturas; llevar una buena higiene de sueño; evitar el reposo excesivo (que a largo plazo puede empeorar el cansancio); y realizar una actividad suave y moderada cuando sea posible.

Reducir hormigueos y entumecimientos

La quimioterapia, la radioterapia y algunos tumores pueden afectar a nuestro sistema nervioso, apareciendo lo que se conoce como neuropatías periféricas. Básicamente, esto se traduce en síntomas variados como acorchamiento, entumecimiento, hormigueos, sensación de pinchazos en las extremidades, ardor, calambres, pérdida de fuerza y destreza manual, dificultad para caminar, alteraciones en la sudoración, estreñimiento, etc.

Para estos casos, lo que recomienda la experta en su taller, en primer lugar, es consultar cuanto antes al especialista para tratar estos efectos. Mientras tanto, podemos poner de nuestra cuenta con hábitos como:

  • Evitar los cambios bruscos de temperatura, incluido en las duchas o al lavar los platos.
  • Protegerse del frío, sobre todo en pies y manos.
  • Utilizar ropa ancha y calzado cómodo, que no haga daño.

Si el problema es de estabilidad, será importante prevenir caídas retirando alfombras, poniendo alguna medida antideslizante en la ducha, y acercar a las paredes los muebles bajos con los que pudiéramos tropezar.

Si, por otra parte, los síntomas son más de pérdida de sensibilidad, habrá que prevenir complicaciones evitando las salpicaduras de aceite y teniendo cuidado con objetos cortantes. Aún así, será importante revisar a diario la piel de todo el cuerpo, especialmente los pies, para comprobar que no haya ninguna herida que no se haya notado.

Manejar el dolor

El dolor en el paciente oncológico puede aparecer por muchas causas, como un síntoma de la propia enfermedad o un efecto de los tratamientos. Además, puede manifestarse de diferentes formas, siempre teniendo en cuenta que no todo el mundo tiene un mismo umbral del dolor. Lo primero será siempre manifestar a nuestro médico la aparición del dolor y no tomarlo como un síntoma menor o algo que simplemente debamos “aguantar”. Hoy en día es posible tratar el dolor.

Más allá de los tratamientos que nos prescriban, hay otras recomendaciones a llevar a cabo. Estas pasan por una dieta e higiene adecuadas, pero también por otras cuestiones, como cambiar de postura a menudo si se está en la cama; realizar actividades como leer o ver una película, que nos hagan abstraernos del dolor; o realizar en la medida de lo posible algún ejercicio, para que nuestro cuerpo no se entumezca.

Combatir el insomnio

Por último, el trastorno del sueño más común durante el cáncer es el insomnio, bien sea por no dormir lo suficiente, o por no descansar adecuadamente mientras se duerme. Se trata de un efecto común ya que está causado normalmente por factores físicos y psicológicos relacionados con la enfermedad. Por ejemplo, por la preocupación, por el dolor, etcétera. Algo común a muchos pacientes.

A este respecto, cabe tener en cuenta algunos consejos:

  • Llevar una alimentación equilibrada. Es importante no acostarse con el estómago vacío, pero tampoco con el estómago lleno o tras una cena muy pesada.
  • Evitar los estimulantes 3-4 horas antes de acostarse, porque estimulan el cerebro e interfieren con el sueño (cafeína, té, chocolate, nicotina…).
  • Crear un ambiente cómodo en la habitación (apagar las luces, disminuir los ruidos y regular la temperatura, etcétera).
  • Intentar acostarse y levantarse todos los días siempre a la misma hora.
  • Tener una cama y una almohada cómodas, y probar a tomar un baño con agua caliente y un vaso de leche templada antes de irse a la cama, ya que pueden promover el sueño.